Pampita baila en el caño a dos semanas de haber parido y, en
una nota, aparece diciendo que ella no puede dejar de estar al aire. Una chica
comenta “esto deja expuesta la realidad de las mujeres, la maternidad y el mundo
laboral” ¿es acaso cierto?
Por un lado, Pampita trabaja para una productora de
televisión. Como tal, debe tener un contrato y ese mismo está regulado por el
convenio de trabajadores de televisión enmarcado en la Ley de Contratos de
Trabajo, con lo cual, ella bien podría gozar de sus 90 días de licencia por
maternidad. Desde ya, eso no es representativo de un porcentaje alto de mujeres
que tienen trabajos informales o que son monotributistas y tomarse muchos días
de licencia puede ir entre una merma de ingresos hasta la pérdida de trabajo.
Bien sabemos: no es el caso de la modelo devenida en conductora, toda vez que
es una asalariada más, no importa su cachet en este caso.
Por otro lado, la situación económica de ella tampoco es
representativa. No es valorativo del lugar de procedencia de sus ingresos, sino
que es objetivo: no es obligatorio que salga a trabajar porque no se queda sin
pan para el día.
No es nada comparable la situación laboral de una figura del
espectáculo como ella, que está en boca de todos por un motivo u otro y que
cuánto lugar podría perder por estar unos meses cumpliendo con la licencia que
le corresponde. Desde luego, no es obligatoria y puede no tomarla, pero ¿Qué es
lo que la imposibilita?
Ahora, lo más llamativo de todo es el baile en el caño. El
cuerpo comunica. No es necesario ser un eximio analista de discursos o de
medios para saber que esa puesta es una reafirmación de la posición de “aunque
soy madre, estoy buena”. Se amplifica con los títulos que indicaban que ella
bailó ante la mirada de su marido. ¿Y su hija recién nacida? Bien, gracias.
Es probable que todo esto se vea pacato, pero no. Hay
algunos puntos a destacar. Primero, la insistencia en que la puérpera tiene que
estar regia. Si bien un embarazo no es sinónimo de enfermedad, durante el mismo
se dan procesos fisiológicos que alteran al organismo. Pasado el parto, ocurren
otros. Todo ello requiere tiempo y acomoda conforme cada individuo y cada
situación. Segundo, la salud neonatal: los primeros meses, es fundamental que
un niño esté con sus padres, pero sabemos que el rol de la madre -o de la madre
que amamanta- en la conformación emocional del sujeto es muy importante. En tiempos
de neologismos como parto y crianza respetada, apego y todo eso, es no menos
llamativa la escena en la que la protagonista es la madre y no la recién
llegada. Tercero y último: ¿qué mensaje es para los empleadores que una mujer
que bien podría estar en su casa esté trabajando? Así como se viralizó que, si
hasta a Pampita la engañaron, a cualquiera le podía pasar, ¿cómo no podría
viralizarse que si ella recién parida estaba colgándose de un caño en el prime
time de la tv, vos podrías estar trabajando? En tiempos de luchas discursivas
que devienen en bizantinas por el intento de adquirir un período mayor de
licencia por maternidad, este es un mensaje contraproducente. No veo que su no poder
dejar el trabajo sea el mismo que el de una persona que vive de changas. Ni
tampoco se les parece a los temores de aquellas que vuelven a su trabajo y no
saben con qué se encontrarán.
O estamos siendo testigos de la explotación a la que está
siendo sometida Carolina Ardohain o estamos frente a personas que sólo
necesitan reafirmar su narcisismo dañado y necesitan demostrar(se) que están
bien, que pueden con todo, que pueden ser madre, trabajadora, esposa y estar perfecta,
es decir, lo que representa a un 0% de la población.
2 comentarios:
Muy buenas reflexiones ,creo que nosotras mismas nos presionamos ,aclaro que después de nacer mi hija volví a trabajar a los 40 días solo porque necesitábamos la plata
Excelente texto Morg. Diste totalmente en el clavo. Como si fuera una toma de aikido, al final el sistema termina dando vuelta el tema "empoderamiento de la mujer" y lo usa para sus propios fines, que no tienen nada que ver con el bienestar real de la mujer. Lo peor es que el feminismo va a tardar mucho tiempo en darse cuenta de esto.
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