25 de julio de 2012

El maltrato a los indígenas es moneda corriente

                                                                                                ...but the immigrant built roads
                                                                                                      on our blood and sand...


Hace casi 200 años, Juan Manuel de Rosas iniciaba la primera Campaña al Desierto, hecho que, por lo general omite mencionar la historia que te enseñan en la escuela y el revisionismo histórico que anda por ahí.
Rosas no se fue al “lejano desierto” sino a la frontera de Buenos Aires con lo que hoy sería, más o menos, La Pampa. Allí habitaban los indios, esos indeseables dueños de la tierra a los que corrieron de un plumazo para poder avanzar con el proyecto de país que se venía delineando.
Unos 40 años más tarde, Julio Argentino Roca inició lo que sería el primer genocidio de nuestra historia como país desde que se creara la Constitución.
El lema es que el desierto no era desierto, cosa que es muy real. Y se lo cuestionó a Roca en todos estos años, pero solo de manera académica: basta con andar en algunas localidades de nuestra Patagonia para encontrarse con calles con su nombre. Pero tampoco hay que viajar desde Buenos Aires unos cuantos kilómetros: la Diagonal Sur, lleva su nombre aunque lo hayan “reemplazado” por Pueblos Originarios. Así y todo, no hay que irse al Centro de la Capital para ver eso ya que muchas instituciones llevan tanto el nombre de Roca como el de Rosas.
Y ambos son moneda corriente en nuestro país: Rosas es la cara de los billetes de 20 pesos y Roca ocupa el de 100 pesos. Casualmente, ocupa el de máximo valor, no así como San Martín que, pobre Santo, quedó en el de 5 – con el que ni siquiera comprás un litro de leche- y Belgrano en el de 10. Hace 22 años, cuando se echó por tierra el Plan Austral, estos sujetos ocupan el los lugares más altos en el valor de nuestra moneda.
Cuando hablamos de la Campaña al Desierto de Roca, pensamos en algo cruel, vil, con fines económicos, parte de un modelo agroexportador en marcha, acorde a la División Internacional del Trabajo, en el que, en lugar de incorporar las economías locales al sistema, se devastó todo para los cultivos necesarios y para la cría de ganado.
Sendas campañas ocuparon terrenos habitados por aborígenes de la zona, a los que engañaron, mataron e incorporaron al sistema de modo servil y no de modo independiente. Llevaron gauchos a las “fronteras”, en primera línea de combate, para aprovechar y sacárselos de encima.
Pero resulta que, en 2012, en algunos medios alternativos de comunicación y en las redes sociales, es noticia que en Formosa golpean a los pocos habitantes del pueblo Namqom. También son noticia las condiciones de precariedad en las que viven los Tobas en el Chaco. A nadie le importan los indios.  Para lo único que les importan es para llevarles la netbook número 2 millones del plan Conectar Igualdad y así, hacer demagogia, llorando cual Cavallo con los jubilados allá por los 90, abrazado a Norma Plá.
A mí que no me vengan con pavadas: ¿a quién se le ocurre pensar que a los integrantes del pueblo Qom les interesa una netbook cuando los están moliendo a golpes para que salgan de SUS tierras y dejárselas a algunos otros  para explotarlas?
La tierra, sobre todo para los pueblos originarios no es una mera porción de un terreno de un lugar determinado en el cual andar. La tierra para ellos es cultura, trabajo y religión. La Pachamama no es una marca de ropa hippie chic. Es la Madre Tierra, que tampoco es una marca de productos regionales. Es la que les brinda calor, vivienda y algo de qué vivir.
Y no es cosa de decir que hay que reubicarlos, al menos. Esas son cosas del hombre blanco, leyes creadas para nuestra “civilización”. Y comillo la palabra porque el accionar da cuenta de un gobierno salvaje que poco protege a esa gente y se esconde bajo el lema de lo “Nac y Pop” y no hay nada menos popular que pegarle a la gente. Les pegan porque no saben como callarlos. Les pegan porque no pueden contener la ira que les da que no se vayan de ahí. Les pegan porque no pueden matarlos de manera directa.
La resistencia de estos pueblos es digna de respeto. Cuando alguien dice que un pueblo ignorante es fácil de dominar es porque piensa la ignorancia en términos occidentales. Ellos saben que eso les pertenece y que lo tienen que proteger hasta las últimas consecuencias. Al punto tal de que Félix Diaz, tal vez la cara más conocida o el nombre más escuchado, se despidió de una persona que viajaba diciéndole que no sabía si, al regreso, lo iban a encontrar vivo.
Así pasan los días en la comunidad Primavera: esperando sobrevivir, literalmente, los momentos de tensión.
Que alguien me explique, si es posible, que es revolucionario en estos gobernantes que tienen las mañas y los mismos deseos y ambiciones que los de hace 200 años. Que alguien me diga qué es lo moderno en este accionar impune y feudal del gobernador Insfrán. ¿Para quienes gobiernan? Porque aun no comprendo como es que ganó las elecciones con un porcentaje tan alto. ¿Cómo es posible que los formoseños votantes apoyen a un asesino y dictador como el? ¿Cómo es posible que el Gobierno Nacional no intervenga en este accionar? ¿Por qué ninguno de los artistas tan, pero tan progres que tenemos no salió a manifestarse en contra o hacer alguna acción visible para que esto sea público de veras? Cuándo León Gieco canta “5 siglos igual” ¿a quienes le canta?
Me lleno de preguntas, pero sin respuestas. Lamento seriamente no encontrarlas en ningún lado. Lo único que pienso es que, tal como viene siendo costumbre de la Casa de la Moneda, Manuel Belgrano abandonará su lugar en el billete de 10 pesos para cedérselo a Gildo Insfrán.

5 de julio de 2012

Nota audiencia causa Gallo/Madariaga


Los cortes de luz traen recuerdos de los ’80, época en la que la empresa que suministraba el servicio era nacional
Mientras Francisco daba su testimonio sobre un confuso hecho que involucraba a la empresa de seguridad de su apropiador, el edificio de Comodoro Py quedó a oscuras debido a un corte de luz.
A oscuras: parecía una metáfora de lo que se venía escuchando en la sala: Abel Madariaga contaba al tribunal las noticias que le habían llegado de Silvia mientras estaba en cautiverio y cómo fue la búsqueda de su hijo. Sus palabras mostraban la oscuridad que vivió en su país, en el exilio y en el regreso.
Concluido eso, salió a mezclarse con los espectadores y la penumbra del relato se disipó en un aplauso, abrazos y lágrimas de emoción.
Cuando le llegó el turno, Francisco respondió a las preguntas que le hicieron sobre su relación con el apropiador con más palabras que daban un dejo de tristeza. Malos tratos, hostigamiento, situaciones poco claras. Oscuro… Acto seguido, corte de luz.
La sala quedó en silencio, luego las preguntas y la resolución de vaciarla hasta que volviera el suministro.
Pasaron los minutos y la gente que salía por un café y volvía; otros, cigarrillo en mano, iban a averiguar cuánto tardaría el apagón. No había respuesta aún.
Pero a pesar de la falta de energía eléctrica, habían empezado a verse las caras luminosas de un padre y un hijo que estaban acompañados de muchos seres queridos en búsqueda de la justicia.


NdR: Aclaro en el título del post que es una nota, porque es un TP para la facultad que hice el año pasado. Iba a ser publicado, pero nunca llegó, por eso no hay título tampoco.

Audiencia 21/06/11- Caso Madariaga Quintela- Trabajo Práctico "Nota de opinión"


Presenciar una audiencia judicial pareciera ser algo solo para entendidos en el tema: seguramente, los estudiantes de carreras de Derecho tengan un interés mayor que la media de la población de estar en una sala para aprender parte del oficio de ejercer la profesión elegida.
Probablemente, mucho más de la mitad de la población no asiste a ver los juicios orales y públicos, aun de los casos policiales más truculentos o misteriosos, por cuestiones de tiempo y por la televisación de algunas jornadas, que nos hacen dar cuenta que los juicios no son como los muestran en las películas de Hollywood: en Argentina, nuestro sistema legal es diferente y no hay un jurado de civiles, de “comunes”, a los que hay que apelar por piedad o castigo, según el caso.
Hablando de discrepancias, los juicios por el Plan Sistemático de Robo de Bebés han de marcar una diferencia histórica en nuestra vida de país. Estamos frente a hechos que, además de ser justos y necesarios, son únicos, dan un poco de aire de credibilidad al sistema judicial que tenemos y demuestran que la memoria no es una mera palabra en un cartel, sino que, a través de los diversos testimonios, está ahí latente, ansiosa de verdad y de justicia. No va a descansar en paz la memoria, no mientras haya quien intente encontrar a un nieto más y condenar a sus apropiadores. Así es que la sala AMIA se encontraba llena de espectadores ansiosos y aún había lista de espera para ingresar.
Y ahí hay otra diferencia porque las audiencias de casos de apropiación de bebés son duras: además del martirio de la familia que, incesantemente, buscó años y años a un pariente que sabía que vivía, pero no sabían ni con quién ni dónde, está la angustia que vivieron los que se sintieron sapos de otro pozo y fueron a buscar el suyo, acercándose a Abuelas de Plaza de Mayo en busca de algún tipo de respuesta.
Nadie les aseguró nada, pero algunos fueron con la certeza en el corazón de que dejarían de ser extraños y entenderían de dónde vendrían esos ojos y esas ganas de luchar, que no se condicen con la vida familiar.
Abel y Francisco son padre e hijo. Lo dice su ADN, su mirada, su manera de hablar. Aunque habla pausado por la edad,  se escucha en Abel una voz que no descansó hasta encontrar a Francisco. Se ven unos brazos llenos de abrazos contenidos a lo largo del exilio.
Un poco más excitado, Francisco cuenta su exilio dentro de su país. No tiene miedo. No parece haberlo tenido a pesar de las golpizas y maltratos varios. Francisco era la pieza de otro rompecabezas, esas que te dan de niño para que termines el que empezaste, a ver si coincide con las demás y final del juego. Las manos de Francisco no coincidían con las de Gallo. Nunca encajaban. Es por ello que salió a buscar al resto de las piezas.
Abel dormía la siesta en la tranquila localidad de Chascomús. Hay veces en las que, al levantarse de la siesta, una persona pierde el sentido del tiempo y no sabe si se levantó al día siguiente. Y a Abel le debe haber pasado eso, después de que Estela le dijera que encontraron a su hijo, algo así como vivir dos días en uno.
Ambos vivieron incompletos, caminando la misma ciudad, uno buscando un hijo, otro, un poco de afecto.
Por algo acudieron a su encuentro, aun sin tener idea de como eran, sabían que no necesitaban presentarse al estilo novela mejicana. Sabían que uno era “papá” y el otro, hijo. Hijo que no fue abandonado siquiera en el pensamiento.
Por eso el abrazo que se dieron sanó el alma de Abel: porque tuvo 32 años y medio para conocer a Francisco, heredero de una tradición familiar de nombres que se había cortado por causas que los excedieron. Porque el agujero que tenía en el alma Abel, era el mismo hueco del rompecabezas de Francisco, que había encontrado lugar en el puzzle correspondiente.