Es cierto: Olavarría no es Cromañón. Ni Kheyvis, ni Time
Warp, ni, ni …
Es tristísimo que, cuando pasan cosas similares, estemos
linkeando una tragedia con otra. Lo lamentable, lo que más fastidia, es que
nada cambia. La responsabilidad estatal (de la que ya todos hablamos y parte
acordamos que Olavarría no era una ciudad apta para recibir más de 300.000
personas en dos días), la responsabilidad de la organización y de los músicos
es el patrón común en las tragedias que nos conmocionaron. Todo falló.
Y sí, también la responsabilidad de parte del público
asistente. Suena mal e incorrecto, pero ¿acaso una persona que va con un facón
a un recital no es responsable? ¿Para qué habría que ir armados a un recital?
Las preguntas rayan con lo naif y lo estúpido, pero no me
entra en la cabeza. Todo lo que pasó no me entra en la cabeza, en realidad. Me
esfuerzo, pero no logro entenderlo.
Y el post recital, tampoco logro entenderlo. La caterva de
comentarios cargados de sentido común berreta, de expresiones peyorativas como
“seguidores analfabetos” “son todos unos negros”, de justificadores seriales
que decían que “esto pasó porque el Indio se mostró afín al kirchnerismo” o
porque “la situación social de un pibe que va a un recital” o los sentidos
comunes trotskistas que justifican que una sarta de personas vaya a un recital
y se la pegue en la pera y que la culpa de todo es del capitalismo, todo eso,
todo, me pareció patético.
Patético el Indio diciendo que los medios vendían pescado
podrido. Muchos de los que asistieron dieron cuenta que sí, que el recital se
paró unas 3 veces, que había gente tirada en el piso, que desbordaba el predio
de gente, que el ambiente estaba “raro”. Patético, por enésima vez, el Indio.
El mismo que vendría a ser un ídolo para mí. Al que hoy escuchaba, desde mi
celular, cantando “Gualicho”. Sí, siempre digo que Los Redondos son parte de la
banda sonora de mi vida, que muchas cosas puedo explicarlas con frases de sus
canciones, que se me sigue poniendo la piel de gallina ante ciertos acordes y
que agito mi mano-en la impunidad de mi soledad- cuando grito “en este día y
cada día…” pero puedo separar, haciendo un gran esfuerzo, lo que me representa
el Indio. Nunca pude asistir ni a ver a Los Redondos ni a sus recitales.
Diversos motivos y elecciones personales. Estaba dispuesta a ir a Olavarría con
una de mis mejores amigas, a la que, antes de partir, le comenté “decile al
pelado que me espere, que toque en otras fechas y un poco más cerca”. Al rato de comentar con un grupo de amigos lo
ofuscada que estaba por haberme quedado, me llama mi amiga por teléfono. Su
llamado, en el horario en el que debía ser el recital, un poco me alarmó. me
comentó que luego de “Ropa sucia”, el Indio paró el recital y que por eso me
llamó. Que estaba muy lejos del escenario, con su marido, viendo todo pero que
no entendían que pasaba. Le pregunté si unos paramédicos o algo no iban a sacar
a la gente que estaba tirada y no me supo contestar. De lejos, se oyeron los
acordes de “Héroe del whisky” y cortamos la llamada. Me acordé, un poco, de
cuando ellos fueron a Mendoza, que no escucharon nada, que tuvieron mucho frío,
que la misa no había sido tal fiesta y, en ese momento, le comenté: “el Indio
es un forro que se caga en la gente. Les cobra un fangote de plata y ni
siquiera lo escuchan”. Esta vez, al Indio se lo escuchaba pero la situación
generalizada era deplorable. Esto también es cierto: él no es responsable de la
gente que llega rota al predio. Son adultos-algunos- y saben lo que hacen.
¿Cuál es la idea de ir a ver un recital así? No sé, no la entiendo. Y no por no
conocer los efectos del alcohol o del porro: no me interesa ir a pasarla así.
Y si, yo lo creo responsable de lo que mueve. Peor: yo creo
que le gusta. Algunos hablaron de la ambición, sí, claro que es ambicioso, si
no pagaría más seguridad. El Indio se sabe el más poderoso de los músicos del
rock vernáculo. Ni Charly mueve esa cantidad de gente. Se sabe poderoso y le
gusta serlo. La masa que lo sigue es diversa, realmente diversa. Por eso me cae
tan mal que encuadren a quienes van a verlo en un estereotipo. Les aseguro que
no. Va gente con estudios y sin estudios. Con trabajos mejor y peor remunerados.
Que hablan con y sin las eses. Es estúpido y corto decir que corresponden a una
sola clase social. Estúpido y peyorativo, además. Y si fueran “negros y
analfabetos” cuál sería el drama? ¿Merecen ser maltratados? No. Nadie lo
merece. Pero es notable el poder del tipo que, tocando donde fuere y al precio
que sea, lo sigue casi medio millón de personas, cueste lo que cueste.
Entonces, repito, sí lo creo responsable. Que con un pedido de cuidado entre
todos no hacemos nada. Que, tal como leí en Twitter, mucho anarquismo
antisistema pero ante la primera falla, la culpa es del Estado. Que es súper
responsable, pero de otras cuestiones. Post Cromañón he presenciado recitales
parados por los músicos al inicio de alguna bengala desubicada o pirotecnia.
Nota: claro, la seguridad privada falla también y muchísimo: no podés entrar
con agua al predio, pero si con facones y bengalas.
Se rasga las vestiduras, nos canta que violencia es mentir,
que Nike es la cultura impuesta por el sistema, pero él, él no se caga en el
sistema sino en los fans. O no tan fans, los que van al show, los que pagan la
entrada. “Ahh, pero vos sabés a lo que te exponés” sí y no. ¿Tiene que ser
siempre así? ¿Hasta cuándo vamos a seguir usando el “tenía la pollera corta”
para justificar todo? ¿Todos los asistentes al show tienen la culpa de que no
haya una seguridad?
En parte, estoy enojada con él. Ya se que no le interesa
pero desde que supe –hace unos años- su actitud frente al caso Bulacio, no
puedo esperar de él otra cosa. Que los fanáticos acérrimos se enojen lo que
quieran, para muestra bastó un botón. En vez de salir a hacer algún comentario
o comunicarse con las familias de las víctimas salió, fuera de joda twittera, a
hablar del rol de los medios (que ya vimos como actuaron Telam y algunos canales
al respecto y merecen tema aparte). EL ROL DE LOS MEDIOS, INDIO, LA PUTA MADRE,
ESTO NO ES DIVINA TV FÜHRER.
No me interesa si le gusta más Nueva York que Buenos Aires.
Realmente, qué me importa. Qué me importa si es kirchnerista, maoísta o macrista.
A mí me importa el desinterés que muestra para con la gente que lo sigue y, de
ahí, mi reticencia a asistir a sus shows. Me rompe la cabeza escuchar sus
letras y ver ese maltrato. Ya no puedo decir que no me gusta, porque lo siento
parte de mi, pero no me banco ni de lejos que sea asi, tan ególatra,
desinteresado y poderoso. Tan parecido
–o igual- a lo que se la pasa criticando.