15 de octubre de 2011

Te llamabas Felipe

Te llamabas Felipe y te esperábamos ansiosos para el 20 de febrero de 2009. Fuiste el primer bebé de mi amiga Analía, que se cansó de llamar a la cigüeña para que te trajeran. Y tal es así, que todos empezamos a llamar a París y, cuando contestaron el llamado, nos dedicamos meses enteros a esperarte, hablarte, mandarte mails y mimarte.

Te habías convertido en el hijo de todos, no sé porqué nos tomamos esa atribución, pero estabas en todas las fotos, las conversaciones, los sueños y amor de nuestras vidas.

Yo ya me había imaginado que te ibas a parecer a Christian, tu papá. No sé, esas cosas de bruja y de ansiedad.

Te llamabas Felipe, pero te iban a poner Malena si hubieras sido nena. Pero te pusieron Felipe, como el amigo de Mafalda. Como la remera que tenía tu mamá en el año nuevo de 2009, lo recuerdo patente.

Te llamabas Felipe y ya te habíamos comprado una bañera con cositas para el primer baño: un talco, óleo calcáreo, colonia y jabón de glicerina. Todo para que nadie dijera: ahí está Felipe,no el hermoso, sino el hediondo. Todo eso estaba en el departamento que alquilaba, por aquel entonces, en la Avenida Crámer. No tenía ni la más remota idea de cómo embalar todo eso y que se notara que era un regalo y no un cachivache.

Te llamabas Felipe y la cesárea estaba programada para la mañana del 20. Yo, con tal de no joder, no mandé mensajes hasta las cuatro de la tarde porque me extrañaba el silencio. Mientras tanto, me fui a una clase de pilates y apagué el celular. Es lógico que, en esa clase, yo me quisiera desconectar un poco.

Cuando salí de la clase y prendí el teléfono, me entró un mensaje de voz. Cuando lo escuché, ya en casa, hablaba tu tía Silvina. Y lo que contaba era que Ana estaba bien, pero que vos no estabas. Y de ahí en más, la nebulosa. Yo solo sabía que te llamabas Felipe y que tu mamá estaba bien pero no sabía donde estaban, ni nada. El celular no lo atendían y no podía dar con el sanatorio. En el mientras tanto, mandaba un mail a los conocidos contando lo poco que sabía. Alguien contestó: “después dicen que Dios existe”. Y yo asevero que no existe al igual que quienes creen fervientemente que existe. Y ese día, no existía. Ni existió el 18 de febrero, cuando suponen que tu corazoncito se paró y nadie se lo imaginó. Que me perdonen quienes son creyentes, para mí, Él ahí no estuvo.

Igualmente, seguí buscando donde estaban. Encontré el lugar y arreglé con Melisa y Ary para ir. Aunque Silvina nos dijo que tus papás querían estar tranquilos, yo sentía que teníamos que ir. Aunque más no fuera para estar en la sala de espera.

El sábado siguiente a esto, debe haber sido el 21 ó 22, fuimos al IMO. Estaban tus tías, tu papá, amigos… cuando esperábamos para ver a tu mamá, pasó una enfermera con algo envuelto como en unas sábanas. Eras vos, Felipe. Iban a hacer algo que es como un bautismo, algo para incorporarte a la Fé aunque ya no pudieras saber que era. No sé, me acuerdo de sentir toda la angustia del mundo en unos pocos segundos y no poder contener el llanto. Yo no quería que Ana me viera así. No era constructivo, creo. Con la tristeza que inhalábamos y exhalábamos, no podía ponerme a llorar delante de tu madre.

Y en eso, te “vimos” pasar de nuevo. Minutos más tarde, nos dejaron ver a Ana. Sentada en una silla, con pocas palabras, le dimos un abrazo. Nos quedamos un rato y nos fuimos. No hay mucho para contar del sanatorio. Yo todavía no dimensionaba nada.

Todavía quedaban los regalos en mi departamento. Resolvimos que Melisa se llevaba lo de tocador para una de sus primas y yo iba a cambiar la bañera. La convertí en una cacerola enlozada con tapa de vidrio. Traté de deshacerme de todo, pero no me dí cuenta que me quedé con un portarretratos de marco celeste con un avioncito rojo. Era para tu dormitorio. En fin…

Pasaron los meses, nos comunicamos relativamente poco con tus papis. No había nada que explicar ni qué decir. Todos fuimos haciendo el duelo como pudimos. Apenas podía verla a Ana sin pensar en todo esto. Y estuve meses sin poder hablar del tema sin que se me atrancara un nudo en la garganta. Necesité meditarlo, pensarlo, pero ya no quería explicaciones. Fui trabajándolo como pude.

Me preguntaba qué me pasaba a mí, porqué yo me sentía tan mal. Me pregunté qué derecho tenía yo a sentir esa tristeza, si no eras siquiera de mi sangre. Pero no la podía evitar, qué se yo.

Pasaron meses hasta que llegó la buena nueva: Santiago, tu hermano menor, estaba en camino. No te puedo negar que no tuve miedo. Tenía la tranquilidad de saber que no podía repetirse todo, pero el miedo a lo conocido.

Acompañé ese embarazo un poco menos, creo que necesité no vincularme tanto. Cosas que pasan, dije. Todo fue así hasta la cesárea de Santi, programada para el 30 de julio. Todo el día esperando el mensaje de tu vieja o de alguien que no llegaba. Unos nervios atroces. Cuando salí del trabajo me fui a la clínica sin saber nada, era una bola de nervios. En la entrada, me encontré con el papá de un amigo de Matías, tu primo el mayor. El ahí me dijo que todo estaba bien, que Santiago había nacido bien. Pasa que la salame de tu mamá se olvidó de decir que me avisaran. A esa altura ya no me importaba.

Entre el silencio, necesario, y todo lo demás, mi angustia se liberó en un abrazo acompañado de llanto, qué te puedo decir. Yo sabía que vos estabas presente en nuestras mentes, que no nos íbamos a olvidar de vos, pero había que seguir adelante para estar con Santi.

Santiago es realmente bello. Es rubio de ojos claros, casi para ponerlo en un almanaque. El chiquitín gusta de la música. Es un solazo. Tenía ganas de contarte eso, además.

Como contaba antes, sentí irse a mi angustia el 30 de julio del año pasado, por suerte. Pero me dí cuenta que nunca me deshice del portarretratos del avioncito, que está junto a una gran pila de papeles, escondido en un cajón, ese es el único recuerdo que tengo de vos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi hijo sintió todo ese amor que cuentas!! Era extraordinario hasta para mi, porque lo amaban tanto mis amigos, mis tíos primos, ni hablar de mis hermanos y abuelos. Lo adoraban, solo se hablaba de Bautista,Todos los esperaban antes de que quede embarazada y despues que quede fue solo Amor para El. a los 4meses nos enteramos que era varón, y desde ese día Bautista estaba presente en todo!!! "Como amanecio Bautista" "Que comio Bautista" "Como se porta Bautista" al Día de Hoy despues de 2años de su partida,todos lo recuerdan con mucho amor, es Nuestro Angel, vivio 6dias con nosotros pero toda la vida en nuestros corazones. Doy gracias a Dios por haber tenido un hijo Tan Amado, ese amor seguro que hace que sea un angel de LUZ en el cielo. Una luz como su Hermanita Maria Luz que esta en camino y es un regalo de Dios. Estoy segura que todos los niños y bebes que abren sus alitas van al cielo y con ellos llevan el mensaje a Dios que el Amor aquí todavia Existe!! Besos....

Anónimo dijo...

me llamo Patricia, soy la mamá de Bautista. Besos al cielo!!