19 de abril de 2019

Qué lindo es pedalear y no te cuesta nada mas que tiempo

Tengo recuerdos desde muy pequeña con las bicis. Mi hermano mayor tenía una Aurorita roja y mi hermano n° 2, una naranja. Siempre estuvieron esas bicis en casa. Luego nos mudamos a San Clemente y ellas vinieron con nosotros. Allá, tener bici no era un lujo ni una cosa snob: era necesidad. Pero yo no sabía andar y prefiero obviar la parte de la persona que me enseñó a hacerlo porque tengo mal recuerdo. 
Creo que a los 10 tuve mi primera bici: una BMX blanca, con estrellas rojas. Todos o casi todos, tenían de esas. Si no me falla la memoria, la compramos en Realini hogar y salí andando. Esa bici me la compré con una plata que me mandó mi madrina (la hna mayor de mi abuela, q vivía en EEUU) y se convirtió en mi medio de transporte por excelencia. Iba a la escuela, al centro, a las casas de mis amigas, a IOMA (sí, así de pequeña iba ahi), a la farmacia...éramos casi indivisibles. Pero no era una excepción: casi todo el mundo se movía en el pueblo con la bici. Por comodidad, por economía, por costumbre, porque era re natural. Cuando mi mamá quiere resaltar algo bueno de mi infancia como mano derecha suya, dice: "ella agarraba la bicicletita e iba a todos lados, ayudandome".
 Así las cosas, pasaron otras bicis por mi niñez y adolescencia. Los últimos 3 años de colegio, entre 2000 y 2002, salía a las 6.45 de casa (ya en Mar de Ajó) rumbo a San Bernardo, con fríiiiio y humedad, viendo el pasto helado en invierno, a veces haciéndome la canchera fumando, con mi uniforme y mi gabán. Llegaba al colegio, ataba la bici junto a la reja, junto con otras tantas bicis q nos esperaban ahi. Todos los días, salvo que lloviera.

 Cuando me mudé a BsAs, el volumen del tránsito y la locura de la gente me apabullaron y preferí olvidar a la bici como medio de transporte. Años así hasta que, por laburo, le pedí a mi ex cuñada que me prestara la suya. Y asi, por las calles de Vte Lopez, fui despejando el miedo. Claro, me cebé y me compré una playera azul que pesaba un quintal, pero estaba feliz. Luego vino mi Amelita, la que me robaron en diciembre. 
 Acá sí que no me parecía ridículo ni accesorio el casco -eterna discusión con mis hermanos, también bicicleteros- y me compré uno blanco tipo de skater, parecía la Hormiga Atómica. Al tiempo, me gané uno en un sorteo de un programa de radio. La gente lo pondera, me mira, me pregunta. Para mí, también se convirtió en natural el uso de casco. Me siento rarísima cuando no lo llevo puesto. 
 Andar en bici me resulta tan cómodo y natural, que no se como es no tener un vehículo de 2 ruedas. Pero vengo notando, casi con asombro, como un sector del ciclismo urbano se convirtió en militante, como si la hubieran descubierto anteayer. Es un "porteños meets bikes" que hasta me da risa. Es cierto que la aparición de ciclovías, las ecobicis, las 50 cuotas del banco y varias políticas de fomento, hicieron que la bici volviera a ser tenida en cuenta como un medio de transporte y que mucha gente evaluara el espacio en las casas para meter una. Pero hay que ser conciente de que BsAs aun no está preparada ni social ni espacialmente para que nos movamos en bici. 

Cuando la comparan con ciudades europeas, me da risa: quizá la distancia de Pte Saavedra al Obelisco es todo el borde de una ciudad del viejo mundo. Las distancias, los espacios habilitados, las peripecias de pedalear en una ciudad con ciclovias con un trazado errático y con gente que no está dispuesta a aprender que es una vía de circulación, con peatones que se lanzan a cruzar sin mirar, con autos o camiones que estacionan con paseadores de perros, runners, motociclistas usándolas como alternativa a la vereda/asfalto, no es nada sencillo. Ni es sencillo dejarla atada porque a veces no hay donde. Ni es sencillo convivir con otros ciclistas, irresponsables, que hacen que a todos nos pongan motes o que nos consideren gente egoísta porque unos cuántos no respetan una sola norma de tránsito. 
 Veo a estos afiebrados por el uso de la bici como a un puñado de adolescentes que creen haber descubierto la pólvora en el S XXI. Los veo evangelizar y los veo justificar violaciones al código de tránsito. Se ponen en lugar de víctimas de accidentes viales, cuando no cuentan la parte de la sarta de infracciones cometidas por ciclistas irrespetuosos no ya de una normativa, sino del resto de la gente. Snobean una posición radicalizada, como los que usan la chapita de "un auto menos", como si fuera excluyente la cosa. Como si no se pudiera convivir en el mismo espacio. Como si el auto no ofreciera ventajas
La nueva, es la de no usar casco, aduciendo un tema individual. Fomentás que la bici es saludable, por los beneficios que trae, pero arengás a salir sin casco, cosa de partirte la cabeza ante una caida. Me no entender pero me dan risa y me siento de pueblo pensando que allá, ni nos preguntábamos si era saludablePero también me ofusca que se propongan como patrones de la verdad. Nadie la tiene. Y no todos pueden tener una bici. O querer tenerla. Ni todos pueden acceder a ir a trabajar con una. 

Lo más lindo que tiene pedalear es la sensación de libertad que te da. Casi igualito como elegir con qué medio de transporte vas a ir hoy a tal lugar.