19 de agosto de 2021

Celeste, siempre celeste

Podría gastar pólvora en chimangos y asombrarme pero no: una vez más, justificaron la dominación sobre la mujer. No importa si es un medio con capacidad de transformarse o moverse en dos ambientes diferentes o si es uno de tirada masiva: siempre, lo importante, es recalcar que están del lado de la opresión.

Munidos de toda la discursiva progre-berreta, sacan a relucir que leyeron 3 o 4 artículos sobre Gramsci y alguna que otra cosa más y te hablan de contra hegemonía, cuando no están haciendo otra cosa que reafirmar los valores del mundo ya ni siquiera medieval al que aman, sino antediluviano, qué podríamos esperar, si tú me quieres blanca, no sea cosa de que el sol me queme.



Se suma a esto, y aunque en otro lado del mundo y con una suerte de inconexión, que la plataforma OnlyFans decidió que está mal pagar por ver fotos de mujeres desnudas. Leí esta noticia mientras almorzaba y recordé un momento de la serie Desperate Housewives, en el que Susan, agobiada por las deudas, comienza a hacer videos eróticos online para poder generar unos dólares. Esto ocurrió aproximadamente en 2010, en una de sus tantas temporadas. Un ama de casa, a escondidas, hace videos sugestivos para que otro los vea y pague por ello. Un intercambio comercial como cualquier otro, pero que haría poner nervioso a mas de uno. ¿Cuál es el inconveniente que alguien ofrezca imágenes de su cuerpo -o partes- a cambio de dinero? A diferencia del caso de Susan, quizá no empezó siendo esto una necesidad sino un aliciente y eso abrió la puerta para el consumo e intercambio de un intangible: el placer. Quizá, también, el ingreso por OF terminó siendo una veta, un emprendimiento, una manera de solventarse: al fin y al cabo, por algo se le llama a la prostitución la profesión más vieja del mundo, lo que cambia es el dispositivo. Ok, alguno me dirá que no es prostitución, podríamos llamarlo actividad periférica. Y está muy bien, ¿Cuál es el drama?

El cuerpo expuesto y on demand hace lo que puede a medida que todo va ocurriendo. El estallido de las redes sociales convirtió en público nuestro fuero íntimo y esas fotos que le mostrábamos sólo a nuestros amigos en una cena en casa, ahora las vamos subiendo a medida que las sacamos. Y si compartimos que estamos comiendo un helado de frutilla en una avenida cualquiera, ¿por qué no compartiríamos algo un poco más íntimo? y si el sexteo existe -y, en realidad, es bastante más viejo y larga vida a su predecesor el sexo telefónico y las hot lines-, ¿por qué no existiría alguna forma de intercambiar con dinero como paga? No veo entonces esa necesidad de ser victorianos y aducir un montón de excusas mojigatas para evitar cosas incomprobables.



Si mi cuerpo, mi decisión y este mismo lo uso para tareas de limpieza o de cuidado de adultos o niños, ¿por qué no puedo usarlo para vender una idea, una fantasía o un poco de excitación? El problema es que todo es moralina. Y la moralina pega tal vuelta irrisoria que, de este lado del mundo, unas caídas del catre, piensan que usar burka es algo absolutamente voluntario y, en el colmo de la imbecilidad, un arma de protección lasciva. Si, por si alguno piensa que miento, eso pasó y es real. Porque lo que se confunde con islamofobia es pronunciarse en contra de un régimen que, además de terrorista, ejerce un control cuasi animal por sobre el cuerpo de la mujer. Y digo cuasi porque, en realidad, los animales cuidan de sus hembras. Para el Talibán nacer mujer es pecado y sólo valen aquellas vírgenes que están en el más allá esperando a los señores que se inmolan, el resto es pura infidelidad a Allah. Que una mujer occidental, que puede vestirse como le venga en gana y que puede desvestirse frente a una cámara, enviar fotos y cobrar por ellas salga a decir que el uso de burka es algo bueno, habla mucho de como el pensamiento Talibán siempre estuvo en algunas mentes de este lado del mapa, sólo que no tenían un Only Fans que pudiera financiarlas.

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