9 de febrero de 2021

Mi patriarcado se cayó en un pozo

 

                               

 

Según el nuevo libro de efemérides argentinas, el 14 de enero de 2021 será nomenclado como el Día de la Caída del Patriarcado, hecho que se llevó a cabo gracias a nuestro Comandante en Jefe, Don Alberto Ángel Fernández.

No conforme con decir que estaba feliz y lleno de gozo porque nuestro país ahora es más igualitario, el señor espetó: Está claro que no terminó aquí la batalla por la desigualdad de la que estamos hablando, se va a terminar el día que en el trabajo las mujeres tengan más mismas oportunidades que los hombres, que no haya un
a discriminación de ingresos y que ninguna mujer pierda una oportunidad de trabajo por la posibilidad de quedar embarazada
”. Como decir que, en toda esa frase, lo que chorrea es el patriarcado del 1800, más o menos. Básicamente, porque esa desigualdad existe y, haciendo una lectura entre líneas, ahora se paliará con abortos preventivos.

Para la versión siglo XXI del feminismo mainstream, el patriarcado es una entidad representada por un conjunto de cosas intangibles pero que existen. Se creó una discursiva con terminología propia (“machirulo” es su máxima expresión) que intenta atacar, valga la redundancia, discursivamente, a esa masa informe que es el patriarcado y a esta altura de la soirée, ya no sabemos bien cómo está conformada pero existe, está y hay que combatirla sin preguntar mucho, provistas del pañuelo verde, quizá de algún otro color más y, por qué no, envueltas en la bandera que representa la diversidad sexual.

Qué suerte tuvieron, las que tanto lucharon durante siglos para promover el lugar de la mujer en la vida cívica, laboral y por fuera de los roles tradicionales de madre, ama de casa, costurera o maestra, que un día, sin saberlo, llegó la caída del patriarcado, nada más ni nada menos que gracias a un hombre que empuñó la espada de la justicia y habremos de rendirle pleitesía, por los siglos de los siglos, amén.

No tienen, desde ya, relevancia los esfuerzos políticos de mujeres como Florentina Gómez Miranda o, un poco más acá en el tiempo, de Patricia Bullrich, que siempre bregaron por una ley de interrupción voluntaria del embarazo y que trabajaron, codo a codo, en un mundo de hombres, para tener lugar y ser respetadas como tales. No importa: San Alberto nos libró del patriarcado.

Creer que el acceso al aborto legal, seguro y gratuito nos pone en un país más justo es una falacia inmensa. Básicamente, porque acceder a un aborto es porque fallaron un montón de instancias previas, ergo, la injusticia lo precede y no es, entonces, la interrupción del embarazo un acto de justicia sino todo lo contrario. Sacando excepciones de accidentes que a cualquier persona le pueden ocurrir, lo que se desplazó de la discusión fue la falla en la atención primaria de la salud y la medicina preventiva. No se cotejó que existen, actualmente, los siguientes métodos anticonceptivos, sin repetir y sin soplar: preservativo, DIU, SIU, implante subdérmico, anillo e inyecciones. Todos ellos, cubiertos por obras sociales, prepagas y el Estado. Si todo eso falla, existe la famosa pastilla del día después. Pero no se habló de la falta de prevención del embarazo, no. Se habla de la elección de la mujer, de que la maternidad será o no deseada pero sólo en caso de embarazo. ¿Por qué no se habla de la elección de métodos de prevención? ¿Por qué no se habla de la desigualdad en los accesos a los mismos? ¿Por qué piensan que la caída del patriarcado es la elección de abortar y no la elección de tener relaciones sexuales sin riesgo de embarazo? Quedó lejos, también, la revolución sexual que propició la llegada de las pastillas anticonceptivas. Tampoco se había caído el patriarcado, parece.

En lugar de reforzar medidas para la prevención, se abocaron a la situación extrema sí y sólo sí para construir épica sobre el caso. Para seguir diciéndonos a las mujeres que, aunque podíamos elegir no quedar embarazadas, no éramos lo suficientemente libres porque no existía una ley que fue promesa de campaña y que promocionan como una canilla instalada en el NOA o unas cajas enviadas por la Primera Dama, posibilitadora de situaciones diversas e inconexas, para fidelizar clientela.

Finalmente, las feministas de cartón pintado que azuzaron la salida de la ley quedaron como unas cortesanas que deberán reescribir la historia y agradecerle, a un macho de pura cepa, la caída del patriarcado.

 

NdR: Este texto lo escribí antes que el publicado en la entrada anterior. No iba a subirlo pero, ante la desazón pública por la caída del patriarcado y que no se cumpliera el cometido, elegí publicarlo. Por ello hay un extracto casi textual de este en el otro.

 

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