2 de febrero de 2021

Lo simbólico, lo real y lo imaginario

 

                                                

 El manejo de lo simbólico de la derecha es superior al nuestro. Por eso crean sentido, sedimentan prejuicios y articulan grupos heterogéneos. Subestimar la batalla en el terreno de la subjetividad es un error estratégico. Más cuando la peste condiciona tanto la economía” dijo Leandro Santoro desde su cuenta de Twitter, supongo, molesto por la aparición de Patricia Bullrich en Villa Gesell y su idea de que estamos en una guerra sin cuartel y, por qué no, por el revuelo causado por la salida de Seúl. Quién sabe. Sin embargo, el politólogo tiene un error de diagnóstico enorme y es el de pensar a “la derecha” como capitalizadora de lo simbólico. Ha sido lo que se denomina “izquierda” la mayor generadora de recursos discursivos, diría que goebbelianos, a fin de ir ganándose distintos actores sociales, para afianzarse y pisar fuerte en la escena política y perpetuarse en el poder.


Che piba, vení votá

De 2003 a esta parte, el eje del kirchnerismo no estuvo en la base social del peronismo y sus valores fundacionales, sino que fueron ocupando los nichos vacíos que dejaron las políticas del menemismo y la abulia post crisis del 2001: fueron a por los jóvenes despolitizados. Innegable jugada de ajedrez, porque nada es más lindo ni más atractivo, cuando sos estudiante, que ser de izquierda. Y no había una representación muy clara o carismática: los partidos tradicionales de izquierda estaban, como siempre, fraccionados. Parece un chiste recurrente, pero es la historia de ellos. El último intento fue el armado del FIT y que, al poco tiempo, ya tenía internas propias, entre lo más moderno y lo más ortodoxo del pensamiento trotskista-leninista. El kirchnerismo, hábilmente, recogió ese guante y armó una épica inmensa, mostrando a sus líderes como dos ex Montoneros, pusieron de nuevo en uso el vocabulario setentista, montaron una escena espléndida de militancia y crearon La Cámpora. Risas aparte sobre el nombre elegido y la coincidencia del 4to gobierno kirchnerista y lo que nos imaginamos, buscaron el nombre de un presidente puente de la historia del peronismo para el gran salto a lo que luego devino en la debacle conocida. Pero a los jóvenes les vendieron eso. A una sociedad vacía de militancia y participación ciudadana, recordemos que las asambleas barriales fueron un boom que duró lo que tenía que durar y quizá fueron el proto kirchnerismo, no podremos saberlo.

Ahora bien, habiendo conseguido tener a gran parte de la población sub -35 en la palma de la mano, no podían descapitalizarse ante la avanzada de lo que fue la gestión de Cambiemos en Nación y los dos distritos más ricos del país. En un golpe de timón, veloz, encontraron el siguiente nicho: la cuestión de género. Todo empezó con el movimiento “Ni una menos” cuyas caras visibles eran, en su mayoría, mujeres que, de una forma u otra, estaban de su lado. Así fueron avanzando en diferentes lugares y todo se convirtió en una cuestión de género, pero sólo cuando les mojaba la oreja a ellas, porque no fue nada importante que Buenos Aires tuviera una gobernadora ni que la cartera de Seguridad la manejara otra mujer, las periodistas de la entonces oposición fueron muy poco sororas y decidieron arriar banderas hasta su vuelta triunfal a la gestión pública.

En diciembre de 2019, el presidente oficializó la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. En ese instante, se nacionalizó la cuestión y pasó a ser, la mujer o las mujeres, el nuevo actor político a conquistar. Al día de la fecha, en los restantes ministerios, se abrieron oficinas de género. Se dictan cursos sobre la Ley Micaela. Hacen charlas sobre el concepto de “llegar al verano”, por ejemplo. No hablan mucho sobre la violación de los derechos de las mujeres en Formosa o sobre el crimen en San Luis de Florencia Morales, detenida en el marco del ASPO, en abril de 2020. Están para cosas simbólicas. Ni más ni menos. No están para políticas de estado.


Es amor lo que sangra

Asimismo, el ministerio de Economía abrió una dirección armada a la medida de Mercedes D’Alessandro, creadora de EcoFeminita. La dirección en cuestión hace menos de 30 días dedicó unos tweets sobre lo que le pasó a la economía de las mujeres durante el ASPO. Casi un año después, recordaron que muchas quedaron sin trabajo. Pero ¿por qué? Porque ocuparon su tiempo y esfuerzo en algo simbólico, que es el concepto nuevo de “Justicia Menstrual”. Plantean que es justo que el Estado se ocupe de brindar elementos de “gestión menstrual” (aka higiene personal) a aquellas mujeres en situación de vulnerabilidad. Según dicen sus números, una mujer promedio gasta $8000 al año en eso y no es justo. ¿Qué es lo que no es justo? No es justo que una mujer no tenga ingreso suficiente para cubrir menos de $700 mensuales, no el valor de los productos. En su lógica, lo que está mal es el precio de mercado y no la falta de accesos de esa mujer que ponen de ejemplo. Si una persona no puede destinar $700 de su presupuesto en algo de higiene personal, su problema es mucho mayor y no estamos hablando ya de injusticia menstrual sino de injusticia a secas. 

 

No conforme con eso, las chicas de la dirección de D’Alessandro, insisten y quieren ofrecerles a las personas menstruantes las copas de silicona. Si bien son económicas y sustentables, no sería lo peor del caso. La pregunta sería a qué precio pretenden pagarlas al proveedor del Estado y si piensan que es la única solución. Todos sus actos revisten mucha incongruencia: por un lado, hablan de la mujer empoderada y la autonomía y, por el otro, la única solución que le dan es la copa menstrual, que no es cómoda para cualquiera ni se adapta a todas las necesidades.  Y, además, no dejan de recalcar la desigualdad que representa menstruar mensualmente. Era algo que creíamos superado, pero no. Un debate que socialmente creíamos saldado resurge, como el vocabulario setentista, para recordarnos que siempre necesitamos que alguien nos tienda una mano a las desvalidas. 

                                             
                                        

Para continuar con esto, la Policía de Seguridad Aeroportuaria twitteó, con orgullo: “La PSA entregó 2.000 copas menstruales a las mujeres y personas menstruantes que integran la fuerza. Esta acción busca alcanzar la #JusticiaMenstrual al revertir la situación de desigualdad de género que implica la menstruación en las carreras profesionales de las mujeres”. Acompañado de imágenes a donde se ven las cajas de la Eva Copa (de laboratorio Elea, cuyo uno de sus miembros estrella es Hugo Sigman), el personal recibe su nuevo adminículo de gestión menstrual y una capacitación para el uso. Es desconcertante que, mientras desde Economía dicen que la idea es asistir a las mujeres en situación de vulnerabilidad, la PSA les otorgue a las asalariadas una copa a la cual podrían acceder con su sueldo. Eso, desde lo económico. Pero desde lo simbólico, es un tiro en los pies: en el año 2021 están diciendo que menstruar te quita posibilidades de trabajar correctamente -existiendo toallitas, tampones y medicamentos que mejoran los síntomas- y, peor, de hacer carrera. Per se, las fuerzas de seguridad son ámbitos un tanto hostiles para las mujeres, un poco por historia, otro poco por reproducción del sistema existente, pero al plantear esta postura asistencial, invasiva y estigmatizante, en su afán por mostrarse aliados, muestra que las cosas siguen y seguirán iguales que antes.

 

Los titanes del orden viril

Toda esta línea discursiva fue sellada el día de la promulgación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, cuando el Presidente dijo que él personalmente había terminado con el patriarcado y agregó: “Está claro que no terminó aquí la batalla por la desigualdad de la que estamos hablando, se va a terminar el día que en el trabajo las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, que no haya una discriminación de ingresos y que ninguna mujer pierda una oportunidad de trabajo por la posibilidad de quedar embarazada” En este intento por achicar la desigualdad, Alberto Fernández destiló la visión patriarcal de la que pretende despegarse y da a entender otra cosa: que la desigualdad podrá paliarse con abortos preventivos.

Lejos quedaron las grandes mujeres de la historia porque todo su trabajo se ve invisibilizado por el canon de época. Aquellas que tanto lucharon durante siglos para promover el lugar de la mujer en la vida cívica, laboral y por fuera de los roles tradicionales de madre, ama de casa, costurera o maestra, dejaron de tener importancia porque el nuevo canon de época lo pide.

Lo simbólico, entonces, es algo que maneja muy bien la autoproclamada izquierda pro-redistribución de los ingresos: ahora en lugar de máquinas de coser, tendremos copas y abortos, gracias al Estado abastecedor. Todo un logro de gestión.

No hay comentarios.: