En unas hs se va a cumplir un mes exacto desde el fatídico
mensaje que me mandó Moni.
Almuerzo de despedida de una compañera, tomo el celular y
Moni que me pregunta si hablé con Fran. ¿Qué podía yo tener que hablar con él?
Acto seguido, la noticia. Luego, la nebulosa. Te juro, fue
la nebulosa. No sabía a quién llamar. Melu viajando a Rosario y sin teléfono.
Listo, lo llamé a Ary. Estaba en Córdoba, la puta madre. Logré comunicarme con
Francisco, que estaba en tu casa. Estaba conmocionado “el gordo”. Hablé con
Moni, estábamos desencajadas. No sabíamos cómo fue. No sabíamos para dónde ir.
Dudé. Asumí cualquier cosa. No podía parar de pensar. Desde
hace un mes que no dejo de pensar cómo habrán sido los últimos minutos. La
publicación que te contesté en Facebook a poco de que te fuiste y yo, entonces,
no lo sabía.
Todas cosas desordenadas. Recuerdos buenos. Malos.Todos.
Puedo señalar cuando, hace 12 años, nos conocimos en Luján y
pegamos una onda de aquellas. Éramos
bastante parecidas. Teníamos puntos en común que nos unieron mucho. Me acuerdo
que, cuando volvimos a Buenos Aires, a los pocos días te llamé a tu casa porque
te extrañaba. ¿Viste? Yo no seré lo expresiva, pero de una me caíste de diez.
Más encuentros, parquesnortes, federación… la vida, las
cosas.
Nuestra amistad había podido saltar el ámbito que nos unió
por vez primera y eso, eso la hizo crecer a su manera.
Y ahora, acá estoy, escribiéndote unas líneas porque apenas
si pude despedirte el 13 de marzo. Fue una conmoción tremenda. Es una conmoción
tremenda. Tu familia sube fotos y yo sigo pensando que es una de las que te
mandaste, que estás de viaje por el sur tratando de cruzar a Chile o una de
todas esas aventuras que hacías.
Casi cumpliendo con la tradición judía, elijo hoy para esto.
Viviste como pudiste, más que como quisiste. No puedo
cuestionarlo. La última reunión, en febrero, me fui preocupada. De veras.
Cuando contabas de tu viaje, yo sentía que, aun, había que preocuparse por vos.
Pero ya tenías 29, ¿qué te podía decir? Sólo estallar de risa cuando dijiste “me
mata la moral” y los cuatro nos cagamos de risa. Justo vos, desfachatada,
hablando de la moral. Un plato.
Llegó la hora de irse y vos dormías en el colchón que tenía
Melu en el living. No quise despertarte y pensé “qué importa, otro día nos
vemos”. Te dejé dormida y así volví a encontrarte hace un mes. La tristeza
infinita de ese día se irá transformando en el recuerdo y en la gracia de
habernos cruzado, un ratito, en este camino.
Te extraño y te voy a extrañar un poco más, querida Barby.
PD: quisiera, hoy, encontrar una cita de Galeano, para despedirte correctamente, pero ¿sabés qué? tengo que contarte que nunca lo leí. Se que me perdonarías eso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario