13 de abril de 2015

Para un ave de paso



En unas hs se va a cumplir un mes exacto desde el fatídico mensaje que me mandó Moni.
Almuerzo de despedida de una compañera, tomo el celular y Moni que me pregunta si hablé con Fran. ¿Qué podía yo tener que hablar con él?
Acto seguido, la noticia. Luego, la nebulosa. Te juro, fue la nebulosa. No sabía a quién llamar. Melu viajando a Rosario y sin teléfono. Listo, lo llamé a Ary. Estaba en Córdoba, la puta madre. Logré comunicarme con Francisco, que estaba en tu casa. Estaba conmocionado “el gordo”. Hablé con Moni, estábamos desencajadas. No sabíamos cómo fue. No sabíamos para dónde ir.
Dudé. Asumí cualquier cosa. No podía parar de pensar. Desde hace un mes que no dejo de pensar cómo habrán sido los últimos minutos. La publicación que te contesté en Facebook a poco de que te fuiste y yo, entonces, no lo sabía.
Todas cosas desordenadas. Recuerdos buenos. Malos.Todos.
Puedo señalar cuando, hace 12 años, nos conocimos en Luján y pegamos una onda de aquellas.  Éramos bastante parecidas. Teníamos puntos en común que nos unieron mucho. Me acuerdo que, cuando volvimos a Buenos Aires, a los pocos días te llamé a tu casa porque te extrañaba. ¿Viste? Yo no seré lo expresiva, pero de una me caíste de diez.
Más encuentros, parquesnortes, federación… la vida, las cosas.
Nuestra amistad había podido saltar el ámbito que nos unió por vez primera y eso, eso la hizo crecer a su manera.
Y ahora, acá estoy, escribiéndote unas líneas porque apenas si pude despedirte el 13 de marzo. Fue una conmoción tremenda. Es una conmoción tremenda. Tu familia sube fotos y yo sigo pensando que es una de las que te mandaste, que estás de viaje por el sur tratando de cruzar a Chile o una de todas esas aventuras que hacías.
Casi cumpliendo con la tradición judía, elijo hoy para esto.
Viviste como pudiste, más que como quisiste. No puedo cuestionarlo. La última reunión, en febrero, me fui preocupada. De veras. Cuando contabas de tu viaje, yo sentía que, aun, había que preocuparse por vos. Pero ya tenías 29, ¿qué te podía decir? Sólo estallar de risa cuando dijiste “me mata la moral” y los cuatro nos cagamos de risa. Justo vos, desfachatada, hablando de la moral. Un plato.
Llegó la hora de irse y vos dormías en el colchón que tenía Melu en el living. No quise despertarte y pensé “qué importa, otro día nos vemos”. Te dejé dormida y así volví a encontrarte hace un mes. La tristeza infinita de ese día se irá transformando en el recuerdo y en la gracia de habernos cruzado, un ratito, en este camino.
Te extraño y te voy a extrañar un poco más, querida Barby.

PD: quisiera, hoy, encontrar una cita de Galeano, para despedirte correctamente, pero ¿sabés qué? tengo que contarte que nunca lo leí. Se que me perdonarías eso.

No hay comentarios.: