10 de junio de 2022

Canción con todes

 

Hace unos días, por el ataque de un pitbull a una criatura, una mujer tuiteó algo así como que el problema eran los pitbulls y que ella había “atendido muchas infancias” por este asunto. En ese momento, simplemente atiné a escribir que entonces no atendía pacientes sino entidades abstractas.

Encuentro muy problemática la pluralización de los sustantivos abstractos como práctica discursiva. Tomando el ejemplo citado, hablar de “infancias” es incorrecto aún cuando no se está hablando de infantes en particular. Nada que no sepamos: la infancia es una instancia de la vida, es transversal, nuclea a todos los individuos y no hay razón ni problema que conlleve a una pluralización de la misma. Desde luego, todo radica en la tendencia a hablar de diversidad y de inclusión entonces, en lugar de hablar de diferentes formas de atravesar la infancia, se optó por cortar camino y poner “infancias” y chau pichi. Pero esto escaló porque esta persona no estaba hablando de maneras sino de individuos. Y este uso incorrecto del lenguaje es cada vez más frecuente, aunque nos parezca marginal.

Hay una tendencia generalizada al revisionismo en cada esfera social y la lengua y el lenguaje no escapan a ello. La pluralización de los sustantivos abstractos es mucho más que agregarle una S al final a la palabra: diluye al individuo en un colectivo, quitándole su subjetividad. En este caso, el infante -portador de un nombre, costumbres, etc.- ya no es uno sino parte de la masa informe “infancia”. Es una infancia. Pierde entidad en tanto sujeto. Y esto se contrapone con todo lo que se refiera a derechos individuales y el respeto a la diversidad. ¿Cómo vamos a respetar la diversidad si estamos unificando a los individuos bajo un manto caprichoso que aglutina sólo por rango etario? Entonces, se cae la premisa de que el objetivo del lenguaje inclusivo es abarcar "diversidades", si es que tal cosa existiera.

Es muy importante que preservemos nuestra individualidad y escapemos a que, por formar parte de un colectivo -el que sea- por afinidad, nos convirtamos en parte indivisa del mismo y que por ello, se nos llame así. Es muy difícil de entender la pretensión, aun cuando se es adulto y formado,  sin caer en categorizaciones doñarrosescas y terminando en diagnósticos sin sustento, pero casi que es tentador decir que la situación es esquizoide y, mientras me dicen que me respetan por ser quien soy, tengo que estar en un casillero dentro del espectro habilitado y legitimado, ni más ni menos, que por la academia.

Y ahí hay un punto más: ¿de dónde proviene esta idea de la inclusión desde el lenguaje? de la academia. Todas las teorías lingüísticas sacaron, en una lectura del Tarot, la carta de la torre: se van a caer, como el patriarcado.

Lenguas de fuego

Es dable hacer un breve repaso sobre la teoría de de Saussure para explicar hacia donde quiero llegar. Según el autor, lenguaje, lengua y habla no son lo mismo y están articulados. La lengua proviene de la esfera psi, porque es eso que adquirimos, sin conciencia alguna, a medida que crecemos y está formada por signos binarios, cuyas partes son el significado y significante. El significado es lo que sé que es un objeto, tiene un valor conceptual (por ejemplo: tabla sostenida por cuatro patas que se utiliza para comer) y el significante es lo que me represento del mismo, con un valor material (una mesa: visualizo, pienso que es una mesa). Toda esa representación que adquirimos a lo largo de nuestra infancia sobre todo, se repite en otras instancias de la vida al tener contacto con otros espacios y aprendizajes. El habla es la expresión de la lengua a través del aparato fonador, la escritura. Es activa, es heterogénea, porque depende de cada individuo y sus condiciones psicofísicas y el medio en el que se encuentre. El lenguaje es la habilidad de ordenar, expresar y representar los signos. Es una construcción que se da si tenemos incorporada la lengua. La organización del lenguaje es compleja, se aprende, lleva tiempo y parte de este aprendizaje se da en el ámbito familiar y el resto con la escolarización.

El lenguaje tiene reglas, normas, arbitrarias pero que organizan la comunicación entre individuos. Es un sistema que, si bien se modifica con los usos de la lengua, mantiene rigideces. Y ahí una confusión importante y por esto el párrafo anterior. Se dice siempre que la lengua es algo vivo y es cierto: muchas veces, mutan las relaciones entre significado y significante dado el uso popular de la lengua. Pero ese cambio, esa mutación, no viene impartida de la academia y sus pretensiones, sino de lo que se generaliza en el campo popular. Por ejemplo, el vocablo “bizarro”: en español significa valiente y, dada la extensión de la lengua inglesa y el consecuente anglicismo, comenzamos a llamar “bizarro” a aquello que nos resulta raro. Finalmente, la RAE dio por buena esa acepción. Entonces, ahí también deviene en abstracto el supuesto cambio del lenguaje, aunque yo diría, la lengua.

El planteo académico comenzó a difundir que el lenguaje es machista porque la lengua española tiene por neutro el uso de sustantivos o adjetivos terminados en O. Esto es a grandes rasgos, claro. Desde allí empezó una guerra interminable contra no el lenguaje sino la lengua, trampa no menor. Porque la pretensión ulterior es que incorporemos a la E o X, dependiendo de quién hable, definitivamente en nuestro lenguaje. Entonces, nuevamente, para que eso ocurra, deberíamos internalizar esa nueva forma, modificando signos para que sus significantes se correspondan. La resistencia al cambio no corresponde a un arcaísmo, como pretenden vender, sino a que todo ello es una imposición que, tras una supuesta inclusión, excluye a un porcentaje mayor de la población que la que dice incluir. Es forzada, no es natural, ni siquiera para ellos. Es simpático, por no decir patético, ver que inician una conversación diciendo “todos” y se corrigen y dicen “todes” y una serie de acrobacias lingüísticas empiezan a formar parte del discurso que a veces mezcla el antiguo y horrible español de siempre con el nuevo y aceptado inclusivo. Impracticable.

Ni qué hablar del atentado contra la economía del lenguaje. Algo básico, simple. El lenguaje debe utilizar a la lengua de manera económica para que el mensaje sea entendible, claro, conciso. ¿Qué fenómeno trajo la supuesta inclusión? Que cada texto se extiende más caracteres porque hay que poner “todos y todas” o “las personas…” por si acaso se ofende alguien, por si acaso se cuestiona el contenido por no estar adscripto a reglas más arbitrarias que las del propio lenguaje. Entonces todo es engorroso. Y tedioso.

El Mono Sílabo

Y para finalizar este texto, la disposición del GCBA. Claramente, iba a generar revuelo y las acusaciones sobre fascismo, abolicionismo y unos cuantos -ismos no tardarían en llegar. Gente muy, pero muy instruida pasa por alto algo tan simple como la educación. Lógicamente: ellos ya dejaron esa instancia y se olvidaron de cómo era. Algo fantástico del ser humano es que se olvida cómo es aprender a leer, escribir y las operaciones matemáticas básicas porque las incorpora y luego es algo que se utiliza sin mucho esfuerzo intelectual. Entonces los niños, los educandos, terminan siendo víctimas de este olvido también.

Los pediatras (no así la SAP, porque no se sabe bien cuánto les interesan los niños) vienen comentando el aumento de consultas con respecto al retraso en el habla. Parte de este inconveniente se dio por la suspensión de casi 2 años en la escolarización institucionalizada. El uso del lenguaje y las habilidades también se aprenden entre pares y la escuela es lugar a donde está la mayoría de ellos para los niños. También en el club, centros culturales, pero eso también estuvo prohibido. Así como también hay retrasos en el habla, están los trastornos del aprendizaje, como la dislexia. Están los chicos que forman parte del espectro autista, los hipoacúsicos y otras patologías más. Si ya leer y escribir representa un desafío para un niño que no tiene dificultades, imaginemos los casos citados y con una serie de deformaciones en la lengua. Es confuso, es sinuoso e inconducente. Es lógico que los que no tienen que aprender se enojen, lástima que no se enojen por entorpecer el aprendizaje. Para generar un cambio, hay que conocer el campo de acción. Con la lengua es así: para modificarla hay que saber hablarla, hay que dominarla y saber los alcances y limitaciones. No es una tarea para cualquiera.

Todo lo que decimos tiene impacto y va quedando en nuestro inconsciente y lo replicamos en diferentes momentos. Las huellas están en lo que enunciamos y en cómo lo decimos. A través del lenguaje expresamos sentimientos, ideas, ideologías. ¿Qué nos hace pensar que eso no tendría impacto posterior si estamos diciendo que la lengua esta “alojada” en la psiquis? ¿Qué nos hace pensar que este ir y venir en el lenguaje es algo natural y no, al ser impuesto, algo traumático que pudiera causar consecuencias negativas? Son preguntas que me hago, a menudo, por suerte el espacio para reflexionar siempre es vasto y rico, como la lengua española.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aplausos de pie!! 👏👏❤️

Anónimo dijo...

Siempre me pareció un parche. Un parche que tiene como premisa que la gente es tonta. La gente no puede entender que cuando se dice “a todos” engloba a todos en efecto y no es exclusivo del masculino. Entonces como son tontos se los ponemos con otra letra a ver si les entra…